Sky Rojo: Romeo y sus tres Julietas

Con todo el ruido, llamémosle marketing, que se ha hecho con esta nueva serie de Netflix, era casi imposible ignorarla, por lo que esta semana y sin pensarlo mucho, me he visionado del tirón los 8 episodios que componen la primera temporada.

Debo decir que se lo han currado bastante. Han juntado un elenco llamativo, unas escenografías logradas y una idea general interesante. Además, este formato de pocos episodios por temporada con una duración no superior a 30 minutos hace que por un lado sea más fácil de ver y por el otro que no haya baches argumentales o escenas de relleno que acaban aburriendo. Punto a favor: todo es acción.

Si aún no has visto la serie y piensas hacerlo no te recomiendo que sigas leyendo. SPOILERS a partir de aquí.

Los cinco primeros episodios son atrapantes, altamente adictivos y hasta casi traumatizantes. Enseguida se me hizo evidente una enorme influencia de grandes series como Breaking Bad o películas como Scarface (El Precio del Poder), Kill Bill y otras de Quentin Tarantino, principalmente en la dirección, fotografía, música y hasta quizás algo en el guion.

Sky Rojo es una serie original creada por Álex Pina y Esther Martínez Lobato; Su director, Eduardo Chapero-Jackson, formado profesionalmente en los Estados Unidos, muy probablemente haya absorbido allí este toque americano que le imprime a todo el ambiente. Pulp-Latino le llaman a esta variante.
Pero esto tampoco me molestó demasiado, la originalidad muchas veces está sobrevalorada y cuando algo es muy bueno merece replicarse si se hace bien. Otro punto a favor.

A partir del sexto episodio la cosa se tuerce un poco y la irrealidad inherente a cualquier cosa que salga por una pantalla se acentúa hasta convertirse en un delirio. Todas las fallas, errores, vicios y lugares comunes que se evitaron al principio las sueltan en los últimos tres capítulos.

Por ejemplo, la escena de la pelea dentro de la ambulancia es ridícula. Empezando por que la conduce un hemipléjico recién operado de una severa lesión cerebral y que acaba de salir del coma. Parece una escena sacada de Mr. Bean aunque con menos gracia.
Luego Romeo, el proxeneta resucitado, hunde todo el hocico en una montaña de harina para bizcochos, igual que Tony Montana. Esto le da coraje para coger una katana y enfrentarse a Uma Thurman Verónica Sánchez, en un duelo Yakuza. Y todo esto con sólo medio cuerpo.

Entre tanto, Christian y Moisés, los dos pitbulls de Romeo, salen furiosos en su indestructible y hortera furgoneta (esto también me suena un poco) para cazar a las otras dos borreguitas descarriadas.
Sin embargo, esa misma noche las chicas han hecho un cursillo extra rápido para operar maquinaria pesada, han robado una excavadora que llevan por la carretera a 11 km/h con la que luego logran cavar un hoyo del tamaño justo y han podido manipular todas las señales de trafico necesarias para guiar a sus perseguidores a la trampa para osos. Ni policía ni Guardia Civil participan de tan “discreto” operativo, por supuesto.

Minutos más tarde, durante la cacería, ellas en moto delante y Moisés en furgoneta detrás, se produce una de las escenas que más me choca. En plena noche, la persecución llega a una carretera solitaria, y de la nada los protas se ven mezclados en medio de los únicos cinco coches que circulaban justo en ese momento por allí en ese momento, todos bien pegados como en Gran Vía. En el plano abierto, no se ve un alma, ni siquiera una luz en ningún sitio, solo estos cinco desafortunados en medio de una violenta carrera . Estas cosas son las que acaban destrozando el poco realismo que se pretende hacer llegar al espectador.

Ya no es cuestión de presupuestos o de que Hollywood haga las cosas mejor porque sean americanos y ya está, es que esto es un tema de criterio artístico, de lógica y hasta de sentido común que alguien pasó por alto. Estos deslices, que son en su mayoría evitables, son los que sumados acaban perjudicando a la ficción española y provocando que el televidente se decante por producciones extranjeras. Que rabia me da.

Y para el final dejo lo que más me ha molestado, y que en mi opinión se carga casi todo el show. Intentaré explicarlo lo más claro posible porque es un asunto delicado.

Creo que es posible transmitir un mensaje a través de una obra artística, ya sea cine, teatro, televisión, literatura o música. Sin embargo, esto debe intentar hacerse de manera sutil, implícito en el contenido, pero nunca explicito.

Seguramente la gran mayoría de vosotros, tanto como yo, repudiamos la prostitución, la trata, el abuso de la mujer en cualquier forma como la violencia hacia cualquier otro colectivo circunstancialmente vulnerable. Pero en medio de una serie, poner al dueño del burdel repitiendo estadísticas sobre la prostitución en España, o a una de las protagonistas haciendo un alegato nada espontaneo sobre por qué la prostitución es mala y que sin clientes no habría putas, creo que es menospreciar la inteligencia del espectador y poner en duda su juicio moral.

Las cosas en las artes visuales hay que mostrarlas, no decirlas.

Creo que es el espectador quien deberá luego deshilar lo que ha visto para entender el mensaje y no un actor o actriz leyendo un manifiesto de manera forzada y sobreactuada.

Y sobre las actuaciones es la parte final de este post.

En mi opinión, el mejor de todos sin dudas es Enric Auquer como Christian, uno de los secuaces de Romero y hermano de Moisés. Su interpretación es la más creíble y arriesgada de la serie.

Luego Asier Etxeandia lo ha hecho bien como Romeo, el dueño del “Club Las Novias”. No es Al Pacino pero que se lo crea le ha ayudado a meterse en la piel de un mafioso.

Miguel Ángel Silvestre en el papel de Moisés ha sido totalmente chato y corriente. Por momentos si cerraba los ojos y sólo escuchaba no sabía si era Moisés de Sky Rojo o Mario Mendoza (Alex Gonzáles) de «Vivir sin Permiso«. Muy impostado el tono, no me gustó.

Respecto a las chicas, o las Julietas del cuento, creo que quien mejor lo hace es la cubana Yany Prado como Gina que transmite una inocencia y un dolor muy creíbles.
La actriz española Verónica Sánchez encarna a Coral, y aún contando con la ventaja de ser la relatora de la historia no me llega a convencer ni como “zorra” ni como yonqui. Quizás la distancia entre su realidad y la del personaje sea muy difícil de salvar, aunque lo intenta dignamente.
Por último Wendy, caracterizada por la argentina Lali Espósito, ha tenido menos problemas para meterse en el papel, pero en los diálogos exhibe una carencia interpretativa muy evidente.

Finalmente debo mencionar al gallego Luis Zahera como Alfredo, el veterinario obligado a cirujano, que aporta pinceladas de genialidad cuando aparece en pantalla, aunque sean pocos minutos.

Este ha sido mi punto de vista sobre la primera temporada de Sky Rojo. Si tuviera que darle un puntaje sería 5,5/10.

Ahora sólo queda esperar la segunda (y ultima?) temporada que estará disponible en Netflix a partir del 23 de julio de 2021. A pesar de las cosas que no me han gustado, ha sido suficiente como para que quiera ver como sigue y se resuelve la historia.

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