Televisión de mi infancia (parte1)

Y a ti… ¿Quién te ha criado, educado o formado? Si me respondes que tus padres, abuelos, algún familiar, el colegio o hasta amigos y vecinos te diré que eso es lo normal. A mí también. Sin embargo hoy existen muchas otras herramientas y recursos tecnológicos que ayudan o apuntalan nuestra educación.
Mi generación, la del 1970, no disfrutó de ipads, tablets, móviles inteligentes, redes sociales, streaming o 5G. Aunque mucho ojo, porque fue mi generación la que inventó todo eso.
Cuando era niño, hubo otro invento masivo que se metió en casa de casi todos para informarnos, entretenernos y hasta educarnos. Era la tele, por supuesto.

Llegó como una aparatosa, antiestética y pesada caja de madera y plástico rudimentario. En el frente tenía un grueso cristal convexo y gris oscuro detrás del que se escondía la magia. Al encenderla, después de unos segundos empezábamos a adivinar alguna imagen borrosa, distorsionada, en blanco y negro con gruesas franjas negras que muchas veces barrían la pantalla en horizontal, como si viajáramos en un antiguo ascensor y viéramos pasar a través de las «puertas tijera» los pisos de un edificio sin final.

El sonido no era mucho mejor, ni 7.1 3D Sourround, ni Dolby, ni siquiera estéreo. Las voces se oían metálicas y costaba entender todo, siempre que la estática lo permitiera.

Pero en aquellos días, si teníamos la suerte de que alguien nos la sintonizara aceptablemente bien, ver la tele comenzaba a ser unos de los pasatiempos favoritos de muchos los niños y con eso, un gran «ayudante» para los padres en la complicada tarea de mantenerlos entretenidos.

Vaya «gadget» tecnológico. Solo los escritores de ciencia ficción podían haber imaginado, que unos cuantos años después podríamos ver en directo un canal de noticias de un país al otro lado del mundo, en nuestro móvil, escuchando con nuestros auriculares bluetooth mientras viajamos en metro.

La llegada de este aparato sin dudas que cambió muchas cosas y con el avance de la tecnología fue mejorando y metiéndose cada vez en más hogares. Su arribo marcó el comienzo de un cambio socio-cultural y creo que el nacimiento del mundo globalizado.
Esta «caja tonta«, como muchos le han llamado, ha participado de mi educación y de la de millones de niños desde entonces. Y también hay que decirlo, en muchos casos lo ha hecho más activamente que algunos padres.

Satisfecho con esta introducción intentaré ahora hacer aquí un breve repaso por las series, programas y dibujos que vi durante mi infancia.
Debo aclarar que mi niñez transcurrió en Buenos Aires, Argentina, por lo que quizás haya programas que quienes crecieron en otras latitudes no conozcan o sí, pero con diferente nombre… veamos.

La Pantera Rosa, El Oso Hormiguero y El Inspector.

Pues a estos tres, aunque sean shows distintos no puedo nombrarlos por separado pues se emitían uno a continuación del otro, siempre.

Sentado en el suelo frente a la pantalla veía aquel rombo rosado que crecía hasta llenar la imagen a la vez que comenzaba a sonar la melodía de Henry Mancini “The Pink Panther”. Y después del elegante felino rosa vendría el come-hormigas azul y el despistado Inspector junto a su fiel ayudante Totó.

Los tres me han regalado momentos de risas y entretenimiento inolvidables. Como curiosidad recuerdo la sorpresa que me produjo oír hablar a la Pantera Rosa por primera vez, sobre al final de un episodio que parodiaba el cuento del Arca de Noé¡y tenía voz de hombre! No sé por qué me causó sorpresa, desde luego que no me esperaba esa voz grave.

Estos shows no contaban con muchos episodios, la Pantera Rosa tenía 124, el Inspector 34 y el Oso Hormiguero solo 17. Si no lo supiera podría jurar que cada uno tenía más de 200 capítulos.

Pierre No-doy-una y Los Autos Locos

Puede parecerte gracioso, pero no fue hasta hace muy poco que descubrí que el apellido del maquiavélico Pierre es en realidad la unión de tres palabras, “No + Doy + Una”. Para mi oído de niño solo se trataba de un apellido de origen francés.

Ahora veo que su significado no podría ser más acertado, fueran cuales fueran sus planes, no había manera de que lograra concretarlos.

La lealtad de su perro, Patán (o Risitas en algunos países) tampoco era fácil de determinar. Muchos otros personajes entrañables completaban la plantilla como el Capitán Cavernícola, Penélope Glamour, Pedro Bello…pero creo que Pierre era el favorito y además conducía un Ferrari. Fueron nada más que 17 episodios de «Los Autos Locos», compuestos por dos carreras cada uno. Nodoyuna, como es lógico, no ganó ninguna.

La Familia Ingalls

En España el título de esta serie se tradujo casi literalmente del inglés original como La Casa de la Pradera (Little House on the Prairie).

Esta fue la primera serie que seguí de manera continuada y esperando que echen un nuevo episodio cada semana. En aquella época no tenia blog (el que inventó los ordenadores estaría todavía aprendiendo a montar en bici) pero había tanto contenido en cada episodio que bien podía haber escrito un post por cada uno.

Vaya historias, muchas de las cuales aún recuerdo. Gran parte de esta serie la vi junto a mi abuela, que cuidaba de mi hermano y de mí mientras mis padres trabajaban.

Charles, Carrie, Caroline, Mary y Laura Ingalls.

A pesar de mi corta edad tengo memoria del impacto emocional de muchos de los capítulos; algunas tramas eran bastante intensas. La serie duró diez años entre 1973 y 1983, produciéndose 208 episodios. En las temporadas finales forzaron un poco la historia y los autores empezaron a buscarle demasiadas vueltas a las mismas situaciones y a agregar personajes de poco peso. Pero en aquel entonces no me dedicaba a analizar series sino a disfrutar lo que echaban en la tele. El recuerdo «La Familia Ingalls» será siempre entrañable para mí.

Heidi

La niña de los Alpes. Otro clásico con el que me compenetré al punto de hacer volar mi imaginación. A pesar de tratarse de un animé de dibujo bastante simple, su historia y personajes transmitían una sensación de libertad y frescura que hacía que no quisiera perdérmela al volver del cole.

A esta altura todos conocemos la historia de Heidi, una niña huérfana, un niño pastor, muchas ovejas, el abuelo y las montañas, un cuento de la escritora suiza Johanna Spyri.

Algo gracioso me ocurrió con la letra de la canción de la intro de esta serie que podéis ver en el video arriba; y es que al no estar acostumbrado al uso de la palabra «tú» sino el «vos» habitual en Argentina, la parte donde dice “abuelito dime tú…” yo siempre la entendí como “abuelito limbertú…” Por supuesto que no tiene ningún sentido, pero mi oído se negaba a interpretar la letra real y la confusión duró muchos años hasta que volví a verla de mayor.

Con sus 52 episodios fue uno de mis primeros animé japoneses junto a Meteoro (Speed Racer) y Astroboy por supuesto.

El Superagente 86

Se ha grabado en mi mente el comienzo de esta serie. La pegadiza melodía suena mientras que las puertas se van abriendo y se sobreimprimen los nombres de los protagonistas: Don Adams como Maxwell Smart, Barbara Feldon como ‘La agente 99‘ y Edward Platt como ‘El Jefe‘.

El mundo real en la época que se rodó la serie, los años ’60, se dividía en dos bandos irreconciliables, de un lado el hostil comunismo y del otro el afable occidente. Era la guerra fría y Hollywood siempre supo exponer su ideología a través de las pantallas.
Get Smart, su título original en inglés, abordó tan delicado asunto con un agudo humor. Mostraba a los malos como torpes e ignorantes, pero los buenos no eran mucho más listos y las cosas acababan arreglándose casi siempre por casualidad. Vamos, como en la vida real.

Creada por Mel Brooks, se produjeron 138 capítulos de 25 minutos entre 1965 y 1970. No estoy seguro de haberlos visto todos pero si recuerdo haberme desternillado. El “zapatófono” entre otros gadgets de esta serie fueron imitados o parodiados luego en otros programas.

La Isla de Gilligan

Décadas antes de la odisea del vuelo 815 de Oceanic Airlines, hubo otra misteriosa isla desierta a la que llegaron siete náufragos. ¿Dónde estaba esta isla? En el Océano Pacífico, por supuesto. En alguna ubicación sin determinar al sudeste de Hawái. ¿Les suena de algo, Losties?

Si bien la historia tiene poco que ver con la de LOST (Perdidos), se considera a esta serie de los años ’60 como precursora de los reality shows del estilo de “Supervivientes” y muchos otros que abordaron el tema de la interacción de un grupo de perfectos desconocidos que se ven obligados a convivir en condiciones primitivas, al estilo de Robinson Crusoe.
En este caso se trata de un grupo de turistas que embarcan para un tour de tres horas pero durante el viaje les sorprende una tormenta que cambiará sus destinos.
Diluidos en la trama y sus situaciones hilarantes se exponen también aquí muchos detalles del estilo de vida americano de entonces como también sus preocupaciones e incertidumbres.
El tema musical de la intro es icónico para los que disfrutamos de esta serie.

Gozó de gran éxito en su momento pero debió ser suspendida abruptamente después de la tercera temporada por problemas en la política de programación en la cadena norteamericana CBS que la distribuía.
Se grabaron 98 episodios a lo largo de tres temporadas, pero Gilligan y sus amigos jamás abandonaron la isla.


Mientras escribo voy recordando muchas más series y programas que veía de niño, pero por ahora lo dejaré aquí y volveré con otra parte más adelante.

¿Has visto tu también alguna de estas series? ¿Te ha movilizado algún recuerdo este post? Cuéntamelo en los comentarios.

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